Bibliotecología y Ciencia de la Información: ¿subordinación, exclusión o inclusión?

Dr. C. Radamés Linares Columbié1

Resumen

Se examinan diversas variantes relacionales entre la Bibliotecología y la Ciencia de la Información. Se propone un esquema clasificatorio del vínculo entre esas disciplinas. Se señalan aspectos puntuales del proceso de construcción histórica de ambas materias y se precisan los autores fundamentales de las diversas posiciones.


Palabras clave: Bibliotecología, Ciencia de la Información.

Abstract

Some variants of the relations existing between library sciences and information sciences are examined. A classifying scheme of the link existing between these two disciplines is proposed. The main aspects of the process of historical construction of both subjects are stressed and the most important authors of different postions are dealt with..


Keywords: Library Science, Information Science.

Uno de los temas que la comunidad de especialistas del espacio informacional reconoce como polémico es el referido a las relaciones entre la Bibliotecología y la Ciencia de la Información como campos del conocimiento. Es lamentable que, pese a este reconocimiento, no abunden los estudios que se adentren en dicho fenómeno.

Las notas que siguen no tienen la pretensión de ofrecer respuestas a las grandes interrogantes que envuelven este diferendo, sólo se desea ofrecer algunos criterios sobre sus orígenes y peculiaridades con el fin de atraer la atención sobre la indiscutible actualidad y necesidad de tratar un tema imprescindible en nuestro entorno.

Subordinación, exclusión e inclusión son los tres términos que pueden servir para agrupar las posiciones de los diversos autores en torno a la relación entre estas disciplinas informativas, con otras palabras:

La primera concibe a la Bibliotecología como subordinada a la Ciencia de la Información.

La exclusión considera que ambos son saberes independientes.

La inclusión propone una integración de ambos campos en un espacio único.

La búsqueda de una explicación para esta pluralidad de posturas obliga a una mínima aproximación al decursar histórico de estos espacios del conocimiento.

La Bibliotecología se identifica como un espacio de conocimiento autónomo desde el siglo XIX, para ser más preciso, a partir del año 1808, cuando Martin Scherettinger publica un estudio titulado "Ciencia de la Biblioteca", en el que trata de fundamentar las especificidades del nuevo saber, donde su punto focal apunta en una sola dirección: la biblioteca.

Es de destacar que la "nueva ciencia" convierte en su objeto de estudio una institución de larga historia, desde los orígenes de la Antigüedad, por lo que parece importante revelar las razones que explican su conversión en materia central de un área del conocimiento en ese siglo.

Los cambios que se originaron a lo largo de los siglos XVI y XVII y que originaron lo que se dado en llamar revolución científica o explosión de la ciencia moderna fueron de orden económico, social e intelectual, y afectaron, tanto a los niveles cuantitativos como cualitativos de la ciencia. Una de las consecuencias de la nueva ideología fue la ampliación de la comunidad científica y, por tanto, una necesidad mayor de comunicación de esta clase.1

Mientras que la propagación de los descubrimientos científicos en los siglos XVII y XVIII tuvo una limitada incidencia en la vida práctica del hombre común, en el siglo XIX comenzó a notarse una relación estable entre ciencia y vida cotidiana con el establecimiento de la industria y la tecnología. El industrialismo decimonónico, promovido por la Primera Revolución Industrial con sus símbolos más evidentes: ferrocarriles, textiles, máquinas de vapor y libre competencia potenció una situación particular en la esfera informativa y documental, muy distante del siglo XVIII, donde la elaboración de documentación científica no conllevó alteraciones significativas en los saberes y prácticas, que se centraban en el registro, almacenamiento y difusión de la información documentada.

Es por ello, que el siglo XIX va a conocer una situación informacional sin precedentes como resultado de una explosión científica y técnica generadora de una avalancha documental que exigía respuestas. Una de las primeras señales fue el desarrollo de la Bibliografía y la creación de un nuevo tipo de biblioteca, la especializada.

Las bibliotecas especializadas aparecieron con unos rasgos característicos, que las diferenciaban de las tradicionales (...) Sus usuarios eran personas interesadas en materias concretas, con unas necesidades de información muy especificas y (...) sus colecciones eran muy variadas en cuanto al formato, incluían no sólo libros sino también, artículos de revistas, informes técnicos, patentes, etcétera.2

El cisma en la práctica bibliotecaria se evidencia en un diferendo importante entre bibliotecarios tradicionales y especializados al encarar los nuevos formatos, públicos y demandas; merece aclararse, que no es sólo la explosión científico técnica uno de los impulsores de la aparición de un campo especifico para estudiar lo que hoy se le llama "fenómeno bibliotecario", sino que también la sociedad industrial del siglo XIX potenció un desarrollo educacional y cultural que impulsó un resurgir de la biblioteca pública, ahora muy atenta a los públicos que sirve.

En resumen, la Bibliotecología como saber particular, nació en el momento señalado, como resultado de una particular coyuntura científica, económica, tecnológica y cultural, para intentar responder a una situación informativa peculiar.

La llegada del siglo XX, particularmente sus tres primeras décadas, está signada por cambios científicos, tecnológicos, económicos e informacionales que expresan una nueva situación histórica que descansa en una sociedad capitalista distante del modelo de libre competencia dominante en el siglo anterior.

En lo económico, la monopolización comienza a ser la tendencia dominante y los avances del pensamiento científico conmocionan este período, como lo muestra la aparición de la Teoría de la Relatividad y la conformación de la Mecánica Cuántica.3

Así emergió un entorno informacional no muy distante de los diferendos de finales del siglo XIX, cuyo suceso más expresivo fue la creación de la Documentación como espacio de conocimiento.

Paul Otlet (1868-1944) y Henry La Fontaine (1854-1943) trabajaban desde los años 90 del siglo XIX en busca de una solución al conflicto creado en el campo de la Bibliotecología. Otlet estaba convencido de que la única forma de controlar y manejar las publicaciones, que crecían de manera vertiginosa, era con la evolución de la "vieja biblioteconomía" a una ciencia nueva, la Documentación. Otlet fue el primero en emplear las acepciones modernas de los términos "documento" y "documentación" y fue un pionero en proponer metodologías tanto para la Bibliografía como para la Bibliometría. La Fontaine creó junto con Otlet, en Bruselas, la Oficina Internacional de Bibliografía, que años más tarde se transformó en el Instituto Internacional de Bibliografía. En 1913, recibió el premio Nobel de la Paz.

En 1934, publicó el "Tratado de documentación", en el que resulta significativa su percepción sobre las diferencias entre el libro y el documento. A su juicio, el libro no es el único soporte de información y considera imprescindible el procesamiento de los nuevos formatos - fotografías, diapositivas, fotocopias, películas de cine y programas de radio.

Asentó un concepto más amplio y universal, el documento, y lo concibe de un modo nuevo, como algo que transmite información, principalmente escritos de todo tipo, pero también "cosas" que dependen de los usos a los que conceptualmente fueron destinados (...) Para Otlet, el documento está en el centro de un complejo proceso de comunicación y transmisión de conocimiento.4 Sus aportes convirtieron a la Documentación en otro de los antecedentes de la Ciencia de la Información.

En síntesis, el proceso de amplificación de la ciencia y la tecnología en su imbricación con el desarrollo industrial, es la plataforma de un cambiante escenario informacional que afecta las prácticas informativas y sus respectivos campos de conocimiento: Bibliografía, Bibliotecología y Documentación.

El acta de nacimiento de la Ciencia de la Información señala a 1962 como el año de constitución formal de esta disciplina en Estados Unidos aunque el primer uso oficial del vocablo ocurrió en 1958, al fundarse el Institute of Information Scientists (IIS) en Gran Bretaña.

El entramado político y económico del que surge la Ciencia de la Información como disciplina independiente es posible resumirlo en:

El crecimiento científico y tecnológico, particularmente el derivado de la Segunda Guerra Mundial, con el consiguiente incremento exponencial de la información.

El surgimiento de tecnologías, primero, la microfilmación y después la computación.

El carácter estratégico que adquirió la información para las instancias políticas norteamericanas.

La explícita confrontación política entre el Este y el Oeste luego del claro desarrollo científico soviético en la carrera espacial y en la tecnología nuclear.

La supremacía económica norteamericana y las consiguientes concepciones geopolíticas.

Con esta plataforma obra la fundación de la Ciencia de la Información en el marco de dos conferencias celebradas en el Instituto Tecnológico de Georgia, entre octubre de 1961 y abril de 1962.

Los encuentros se centraron en aspectos pedagógicos aunque no se excluyeron los problemas en torno a la denominación de la parcela en surgimiento. Se rechaza la voz Documentación y Robert Taylor propuso la primera definición de Ciencia de la Información.2

En los coloquios participaron 59 especialistas, pero sólo el 24 % eran bibliotecarios o profesionales de la Bibliotecología, bien es cierto, que dedicados a la información en ciencia y tecnología, pero la mayoría fueron científicos e ingenieros.5

La formación de la primera comunidad productora y legitimadora de la Ciencia de la Información identificó las proposiciones iniciales de este campo del conocimiento.6

La presencia mayoritaria de ingenieros y científicos puros impregnó una manera de entender esta disciplina, tangible en la propia denominación del área como ciencia, y aprovechó el irrefutable prestigio del término, cuya utilización, consecuentemente, le otorgó reconocimiento y legitimidad.

La aparición de la Ciencia de la Información condujo necesariamente a establecer una primera aproximación, al carácter de la relación que debía existir con la Bibliotecología. Harold Borko, uno de los fundadores de la nueva disciplina, en un artículo publicado en 1968 y considerado con justeza como un clásico, "Information Science, what is it?", propuso las primeras ideas sobre este aspecto.

La intención básica es establecer que la Ciencia de la información (...) investiga las propiedades y el comportamiento de la información, las fuerzas que rigen su flujo y los medios de procesarla para su mejor accesibilidad y aprovechamiento.7

También se deseaba asentar las características de sus profesionales y la relación con la Bibliotecología, por lo que se argumenta que es una ciencia interdisciplinaria derivada o que está relacionada con la Matemática, la Lógica, la Lingüística, la Psicología, la tecnología de la computación, la investigación operacional, las artes gráficas, la comunicación y la Bibliotecología.7

El acercamiento a su relación con la Bibliotecología es decisivo en la medida que es actualmente uno de los temas más polémicos en la familia informacional. El tipo de conexión que se concibe es peculiar, porque se asevera que la Bibliotecología es uno de los aspectos aplicados de la Ciencia de la Información.

En otras palabras, se afirma que las técnicas y procedimientos bibliotecarios deben basarse en los hallazgos teóricos de la ciencia emergente.

Con este criterio, Borko inauguró lo que antes se ha calificado como una relación de subordinación entre estos saberes, que ha tenido otros enfoques, como los que consideran a la Bibliotecología como un primer estadio de desarrollo de la Ciencia de la Información.

En las últimas décadas del siglo XX, surgieron otras reflexiones, que condujeron a una nueva posición relacional: la exclusión. Así, se cree que existen además diferencias significativas en varios aspectos críticos, entre ellos: (1) la selección de los problemas abordados y la manera de definirlos (2) las cuestiones teóricas planteadas y los marcos de referencia tomados por la bibliotecología -fundamentalmente basados en teorías filosóficas y de la comunicación-, que no tienen contrapartida en la Ciencia de la Información y viceversa; (3) la naturaleza y el grado de experimentación y de desarrollo empírico de ambas, así como los requerimientos profesionales, que también difieren a escala significativa; (4) las herramientas y aproximaciones empleadas -por ejemplo, las aproximaciones radicalmente diferentes, adoptadas en relación con la utilización de la tecnología en la recuperación de información y en la automatización de la biblioteca; y (5) la naturaleza y fortaleza de las relaciones interdisciplinares establecidas, así como la dependencia con las aproximaciones interdisciplinares para el desarrollo de la disciplina -la Bibliotecología es mucho más autónoma.

Este punto de vista sintetiza adecuadamente una de las posiciones al respecto, aquella que postula que la Bibliotecología y la Ciencia de la Información son campos de conocimiento relacionados, pero diferentes; y donde se subraya la autonomía de la Ciencia de la Información.

Una tercera posición afirma la existencia de un campo donde se integran ambos espacios, Bibliotecología y Ciencia de la Información.4,9 Esta tendencia, inicialmente influida en el terreno de la formación profesional por razones administrativas, actualmente avanza hacia una comprensión de este espacio en todos los terrenos y descansa en criterios como la existencia de un objeto común: información o documento, así como en la vigencia de un proceso informativo o documental, donde cada una de sus fases están presentes en ambos espacios.

La inclusión y conformación de un espacio integrado básicamente por las disciplinas aludidas es una de las posturas más realistas sobre este particular. La práctica informacional evidencia la incuestionable imbricación de estos campos del conocimiento, más allá de los debates epistemológicos en el interior de estas materias.

Referencias bibliográficas

López Yepes J. La documentación como disciplina: teoría e historia. 2da ed. Madrid: EUNSA, 1995.pp.54.

Fernández Molina JC. De la documentación a la Information Science: antecedentes, nacimiento y consolidación de la "Ciencia de la Información" en el mundo anglosajón En: García Cuadrado A. La investigación en historia de las instituciones documentales: estado de la investigación y propuesta metodológica. Anales de la Documentación 1998;1(1):55-74.

Hobswabm E. Historia del siglo XX. Buenos Aires: Grijalbo Mondadorim, 1998. T. 2.

Rayward WB. The history and historiographic in Information Science: some reflections. En: Buckland M, Hahn TB. Historical studies in Information Science. Washington DC: ASIS, 1995. pp 32-42.

Ribeiro Garcia, J. Conferencias do Georgia Institute of Tevhnology: "devolta para o futuro". Revista Informacao & Sociedade 2002;12(1). Disponible en: http://www.informacaoesociedade.ufpb.br/ Consultado: 7 de diciembre del 2003.

Ferry de Moraes A. Os pioneros da Ciencia da Informacao os EUA. Revista Informacao & Sociedade 2002;12(2). Disponible en: http://www.informacaoesociedade.ufpb.br/1220205.html Consultado: 5 de diciembre del 2003.

Borko H. Information Science. What is it? American Documentation 1968;19(1):3-5.

Saracevic T. Information Science. Journal of the American Society for Information Science & Technology 2000;50(12):1051-63.

Hjorland B. Library and Information Science: practice, theory and philosophical basis. Information Processing and Management 2000;36:501-30.
Recibido: 10 de mayo del 2004. Aprobado: 20 de mayo del 2004
Dr. C. Radamés Linares Columbié
Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana.
Calle G No.506 entre 21 y 23. El Vedado. Plaza de la Revolución. Ciudad de La Habana. Cuba. CP 10 400.
Correo electrónico: radames@fcom.uh.cu

1 Doctor en Ciencias de la Información. Facultad de Comunicación. Universidad de La Habana.


Disponible en: www.bvs.sld.cu/revistas/aci/vol12_3_04/aci07304.htm

Comentarios

Entradas populares